Cinco minutos después de desear
mi muerte aparece justo a mi lado.
3pm, temperatura 39º C, con un
abanico que pensaba para girar, mi mamá en la cocina haciendo un sancocho de
gallina para la familia que llegaba de visita. Aburrida de algunas de las
desgracias de mi vida, le he dicho a la muerte, quiero que me lleves a ver el
futuro para ver si vale la pena seguir por aquí. Hace meses no se lo que es
reir, todas las relaciones que había tenido estuvieron fallidas, sin embargo
unas cuantas marcaban mi vida y aunque los caminos se dividieran siempre
existía uno que redirigiera. Mis amistades todas me traicionaron, aumenté 10 kg
durante los últimos 4 meses por mi ansiedad, mi acné estaba empeorando, ninguna
empresa me contrataba y la universidad había parado.
Por un momento los rayos del sol
dejan de entrar a mi habitación, los estruendos que repicaban entre esas 4
paredes me ponían los pelos de punta. De repente, ya no era la oscuridad sino
la luz tan radiante que acababa de iluminar completamente la ciudad, la
muchedumbre gritaba por las calles y mi madre exclamaba: oye pela, sal de ese
cuarto, no tienes temor de Dios.
Hasta las redes telefónicas
colapsaron en aquel momento, una locura estaba sucediendo, pero a mi lo que me
preocupaba era el último ex novio de ese tiempo, quería llenarlo de muchos
besos y si me iba de viaje al futuro dejaría de verlo, no me importaba el
equivocarme, me acostumbre a aceptar mi realidad dentro de un agujero donde los
monstruos se pasean en mi cara y la paz se congela como un anhelo.
¡Qué hice!, ¡Qué hice!... Los
recuerdos empiezan a desaparecer de mi mente, el corazón de mi pecho se vuelve
ausente, una voz me dice a lo lejos, ni lo intente comadre, usted ha muerto, ya
no existe para ti un presente.
Surreal y bonito.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Exelente
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