sábado, 1 de junio de 2024

Por no aprender a vivir de María Victoria Moreno Echeverria

Cinco minutos después de desear mi muerte aparece justo a mi lado.

3pm, temperatura 39º C, con un abanico que pensaba para girar, mi mamá en la cocina haciendo un sancocho de gallina para la familia que llegaba de visita. Aburrida de algunas de las desgracias de mi vida, le he dicho a la muerte, quiero que me lleves a ver el futuro para ver si vale la pena seguir por aquí. Hace meses no se lo que es reir, todas las relaciones que había tenido estuvieron fallidas, sin embargo unas cuantas marcaban mi vida y aunque los caminos se dividieran siempre existía uno que redirigiera. Mis amistades todas me traicionaron, aumenté 10 kg durante los últimos 4 meses por mi ansiedad, mi acné estaba empeorando, ninguna empresa me contrataba y la universidad había parado.

Por un momento los rayos del sol dejan de entrar a mi habitación, los estruendos que repicaban entre esas 4 paredes me ponían los pelos de punta. De repente, ya no era la oscuridad sino la luz tan radiante que acababa de iluminar completamente la ciudad, la muchedumbre gritaba por las calles y mi madre exclamaba: oye pela, sal de ese cuarto, no tienes temor de Dios.

Hasta las redes telefónicas colapsaron en aquel momento, una locura estaba sucediendo, pero a mi lo que me preocupaba era el último ex novio de ese tiempo, quería llenarlo de muchos besos y si me iba de viaje al futuro dejaría de verlo, no me importaba el equivocarme, me acostumbre a aceptar mi realidad dentro de un agujero donde los monstruos se pasean en mi cara y la paz se congela como un anhelo.

¡Qué hice!, ¡Qué hice!... Los recuerdos empiezan a desaparecer de mi mente, el corazón de mi pecho se vuelve ausente, una voz me dice a lo lejos, ni lo intente comadre, usted ha muerto, ya no existe para ti un presente.

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