Nogóra a la hora de
la tarde recibió una carta de papel de lino, cubierta de un profundo y vibrante
color carmesí, aquella carta ausentaba su remitente. ¿Quién era aquel emisor? Con
ese sello tan fresco y profundo de color escarlata. Éste no sería el primer
enigma de Nogóra, pero sí, su último secreto.
Desde esa misma
tarde se preguntaba, quien había sido aquella persona que le había escrito esas
palabras, deslumbrantes como el sol y delicadas como el suave manto de una
popelina. Sería aquel hombre de mármol, quien poseía una delicadeza y detalle
en cada trazo, pulido por el mismísimo Hefesto. Aquel hombre que nunca se había
atrevido a decirle una sola palabra, que con su mirada le expresaba indiferencia
y dolor, cual rostro con heliotropismo siempre apuntaba hacia el sol, de este a
oeste.
Nogóra salió al
jardín lleno de coraje, decidido a enfrentar su gran amor, pero por más
preguntas y suplicas que le hiciera al hombre de Marfil, si había sido él,
creador de tan bellas palabras, el silencio era eterno y el tiempo lento como
rio sereno. Nogóra desde ese día comenzó a ir todos los días al jardín, llevando
cada día, un ramo de Lirios blancos, que representaban aquella apariencia pura y
sofisticada, con pétalos suaves y de color blanco marfil. Esperando y deseando,
que de aquellos perfectos labios, saliera tan solo una palabra, un suspiro.
Él con los días,
dejo de comer, no iba a casa, ya fuese bajo el sol o la lluvia, solo se
postraba en aquel pedestal ubicado en su jardín, en donde se encontraba su
apuesto hombre de mármol. Nogóra al pasar de los días, ya empezaba a tener
síntomas de inanición, él con sus últimos suspiros le dijo a su caballero, “si
no puedes despertar, déjame soñar contigo para siempre”.
Meses después, era
noticia mundial, la desaparición de Lino Carmesí, uno de los monumentos más
importantes de la historia y de un joven de 24 años quien era su custodio, el
cual tenía un diagnóstico psiquiátrico de psicosis y agálmatofilia. En la
escena el crimen, solo se encontraba aquel pedestal, con las marcas
desprendidas dejadas por los pies, en donde algún día estuvo aquel hombre del mármol
y Nogóra, su cautivado guardián.
Desde de ese
entonces, nace la leyenda de aquel ser de piedra, que al ver a su apuesto joven
postrado a sus pies, decidió levantarlo y llevárselo al Olimpo, en donde
suplicaría a los dioses, por su unión.
Excelente cuento, muy buena redacción y vocabulario. ¡Felicidades!
ResponderEliminarMe gustó mucho este cuento, es hermoso y a la vez triste. Gracias por esta historia tan interesante
ResponderEliminarMe encanto felicidades que gran talento!!
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