sábado, 1 de junio de 2024

La carta del remitente carmesí de Juan Esteban Pineda Aragón

Nogóra a la hora de la tarde recibió una carta de papel de lino, cubierta de un profundo y vibrante color carmesí, aquella carta ausentaba su remitente. ¿Quién era aquel emisor? Con ese sello tan fresco y profundo de color escarlata. Éste no sería el primer enigma de Nogóra, pero sí, su último secreto.

Desde esa misma tarde se preguntaba, quien había sido aquella persona que le había escrito esas palabras, deslumbrantes como el sol y delicadas como el suave manto de una popelina. Sería aquel hombre de mármol, quien poseía una delicadeza y detalle en cada trazo, pulido por el mismísimo Hefesto. Aquel hombre que nunca se había atrevido a decirle una sola palabra, que con su mirada le expresaba indiferencia y dolor, cual rostro con heliotropismo siempre apuntaba hacia el sol, de este a oeste.

Nogóra salió al jardín lleno de coraje, decidido a enfrentar su gran amor, pero por más preguntas y suplicas que le hiciera al hombre de Marfil, si había sido él, creador de tan bellas palabras, el silencio era eterno y el tiempo lento como rio sereno. Nogóra desde ese día comenzó a ir todos los días al jardín, llevando cada día, un ramo de Lirios blancos, que representaban aquella apariencia pura y sofisticada, con pétalos suaves y de color blanco marfil. Esperando y deseando, que de aquellos perfectos labios, saliera tan solo una palabra, un suspiro.

Él con los días, dejo de comer, no iba a casa, ya fuese bajo el sol o la lluvia, solo se postraba en aquel pedestal ubicado en su jardín, en donde se encontraba su apuesto hombre de mármol. Nogóra al pasar de los días, ya empezaba a tener síntomas de inanición, él con sus últimos suspiros le dijo a su caballero, “si no puedes despertar, déjame soñar contigo para siempre”.

Meses después, era noticia mundial, la desaparición de Lino Carmesí, uno de los monumentos más importantes de la historia y de un joven de 24 años quien era su custodio, el cual tenía un diagnóstico psiquiátrico de psicosis y agálmatofilia. En la escena el crimen, solo se encontraba aquel pedestal, con las marcas desprendidas dejadas por los pies, en donde algún día estuvo aquel hombre del mármol y Nogóra, su cautivado guardián.

Desde de ese entonces, nace la leyenda de aquel ser de piedra, que al ver a su apuesto joven postrado a sus pies, decidió levantarlo y llevárselo al Olimpo, en donde suplicaría a los dioses, por su unión.

3 comentarios:

  1. Excelente cuento, muy buena redacción y vocabulario. ¡Felicidades!

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  2. Me gustó mucho este cuento, es hermoso y a la vez triste. Gracias por esta historia tan interesante

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  3. Me encanto felicidades que gran talento!!

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