Al otro lado del río de Yina Marcela Taborda Navarro

En un tranquilo pueblo ribereño, una misteriosa oscuridad parecía emerger en las montañas, sembrando el temor entre los campesinos más veteranos, quienes evitaban adentrarse en ellas a toda costa. Rumores de susurros mortales se entrelazaban entre los platanales y los pantanos, infundiendo miedo en los corazones de quienes habitaban allí. Dos amigos decidieron desafiar esas historias, anhelando descubrir la verdad al otro lado del río. Ignorando las súplicas de sus padres, se aventuraron hacia las montañas, navegando en canoas y adentrándose en paisajes tenebrosos.

Exhaustos por la travesía y desalentados por no encontrar más que plantaciones, decidieron reposar a la orilla del río. Mientras Santiago se refrescaba, Luis creyó escuchar su nombre en un susurro y se dirigió hacia el sonido. Santiago, al percatarse de su ausencia, corrió preso del pánico... Luis había desaparecido. Inició una desesperada búsqueda, escuchando lamentos y gritos de dolor entre los platanales donde pronto la noche cayó sobre él.

Siguiendo el eco de esos sonidos rápidamente encontró a Luis murmurando incoherencias, miraba a la orilla del río donde se encontraba la figura de un hombre alto, con ojos grandes y oscuros, vestido completamente de negro, parado junto a un árbol, observándolos fijamente. Santiago intentó sacar a Luis de allí, pero un penetrante olor a azufre y descomposición llenó el aire; a los pies del hombre se hallaban varios cuerpos descompuesto. Decidieron huir, pero la salida parecía escapárseles… La oscura sombra de la que tanto escucharon se hizo presente y pronto sus cuerpos se desvanecieron en las tinieblas.

Desde entonces, en el pueblo, la historia de los dos amigos sigue rondando entre las montañas. Sus lamentos se escuchan entre los susurros del viento, recordando que algo oscuro y misterioso habita al otro lado del río, un secreto sepultado en las sombras.