sábado, 1 de junio de 2024

¿Dios? de Diego José Niño Bernal

Un chico en su alcoba indignado por el mundo en el que vive clama: “Dios, me decepcionaste ¿acaso es necesario el despilfarro de sangre?, Dios ¿por qué no mueves las falanges?, el ego crece cuando crece el poder ¡paradoja! Cuando la libertad crece también” (mira hacia arriba esperando algún descenso).

- ¡Que atrevido! Escondida a simple vista -dice una voz desde su corazón. – Todos creen que la grandeza se encuentra arriba. ¡Tuerce tu cuello indecente! Más que tu cuello es tu mente, apresurada busca ser más fuerte. ¡Tu moral es indecente! Es necesaria la muerte para vivo tenerte, como los animales al alimentarte o la muerte de células constante, esto no lo entiende la mente, llamándolo ‘’ciclo” o “contradicción”. Repugna no entender una acción. Sus manos mancas no alcanzan la perfección, la verdad es plana y ella una cima creó.

- Es demasiado para un solo corazón, tengo que compartir tal revelación. - Así con incertidumbre y ansioso, se dispuso en el centro de una plaza aledaña. – ¡La grandeza subyace paciente! ¡Oh! Clementes, vagabundos, nobles, oradores y persistentes ya bajaron su cabeza así que puede que la encuentren, ¡a su trabajo caminan! - Clama mientras lo rodean viandantes curiosos. – Ese hastío de los días oscurece la luz divina, la búsqueda de la corona ha sembrado apatía ¡la cosecha se hizo baldía! Y baldía se hizo vida subjetiva. ¿En qué escaños pretenden ir a la grandeza? -Suena una voz con firmeza. – Ya luego se harán escaleras. – ¡Espera! El futuro es negligencia, ansían el futuro como su paladar desea, el futuro lleva con sigo consecuencias ¡corran a él! Para que mueran… neófilos, el futuro se aleja y se acerca la muerte ¡inocentes! -Escucha de nuevo la voz proveniente de su corazón. – Espera… ¡hipocresía se revela! Odiamos los dientes y amamos los besos, ¡hipocresía! Somos moralistas y odiamos ser presos. Moralidad arpía, nos enseñaron filantropía. Muchos no saben ni qué les inculcaron, la voz del corazón se escucha alto. – La gente se percata de que ya el chico no mueve los labios. – Lo digo con descaro, esclavos… ¡lo malo es muerte y lo bueno es vida! ¡Dios maldiga esas palabras hasta hacerse diablo! Lo malo es muerte y lo bueno es vida, palabras falaces, vomitivas y repulsivas ¡no crean en sus mentiras! - De repente el chico abre los ojos y nota que se encuentra en su alcoba.


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