Sentado en el café de la esquina,
como todas las tardes, decidió que ordenaría lo de siempre: un café cerrero. Mientras
esperaba su orden, por la ventana, observó a su hermano correr. Este le dirigió
una mirada, sin embargo, estaba llena de melancolía y terror, más con ojos que
aún al posarse sobre él parecían extraviados. Cuando pasó, no pudo estar seguro
sí había sido visto por el hombre; no le prestó mayor atención y siguió allí,
expectante. Pocos segundos después, 20 o 30, no lo sabía con certeza, pasó otro
sujeto corriendo, apuntando un arma hacia el frente. Vestía un poncho blanco,
sombrero pueblerino, como el que acostumbran usar los hombres en día de mercado, y un
pasamontañas que para nada quedaba a juego con el traje. Igual que el anterior,
también volteo a mirar hacia el interior del café, escrutando rápidamente los
presentes hasta hallar la mirada de aquel comensal, quien creyó ver en esos
ojos, aparentemente conocidos pero sin dueño alguno, furia y locura al unísono.
Se llenó de turbación, sin
siquiera darse cuenta que ya le habían servido; fue incapaz de probar sorbo,
tan solo pagó. En lo que salía recordó un detalle, el balazo nunca sonó. ¿Se
habría imaginado la escena? Imposible, la calle misma se había silenciado
cuando ambos hombres pasaron.
No pensó más en el asunto, tan
solo se dirigió a su casa, a unas cuadras del establecimiento. Al llegar allí
quedó pasmado, su hermano estaba tirado frente a la puerta, muerto, con un hilo
de sangre corriéndole por la cabeza. Se tiró junto a él, gritó desconsolado
mientras clamaba por ayudaba, pero nadie había allí, el barrio estaba desolado,
todos habían marchado hacia las ferias en el vecino pueblo.
Maldijo a todos mientras se retorcía
por el dolor en su alma. Le habían quitado el único hermano que le quedaba.
Gritó de impotencia y esperó a la noche junto al cadáver.
Llegado el ocaso pasó una
patrulla que se percató de la mortuoria escena, realizando el procedimiento
necesario para esos casos. Tras largas horas de amargo sufrimiento y ya todo
terminado, entró a la casa, donde con gran estupor y sorpresa encontró a su
padrastro sentado frente al televisor. No lo pudo creer, aquel vil e indolente
hombre no había salido a revisar nada, a pesar de los estruendosos lamentos que
él había proferido, a pesar de la bala que muy seguramente debió oírse allí
dentro y a pesar de la sirena que en ningún momento había callado.
Todo encajó, él sería el
siguiente y sin menor remordimiento se lo avisaban. El ropaje que había visto,
ahora manchado de sangre, estaba tirado en el suelo. Había vivido con el
asesino de su familia todo ese tiempo. Las piezas encajaron al fin; ni la
guerrilla ni los paramilitares, fue enteramente ese hombre quién uno a uno, con
sevicia y ambición, dio de baja a sus hermanos y, probablemente, a su madre. No
lo pensó más, tampoco espero las honras fúnebres, simplemente escapó, tal vez con
cobardía, más con un irrefrenable deseo de vivir y hallar venganza póstuma.
Wow👏🏼👏🏼
ResponderEliminarSimplemente increíble 👏🏼👏🏼
ResponderEliminar👏🏽👏🏽👏🏽
ResponderEliminarSuper interesante, felicitaciones
ResponderEliminarbuena historia y buen final, me gusta ♥
ResponderEliminarMe encanto, no solo la trama, sino también la ambientación, la buena estructuración de las palabras, el final, una historia muy interesante, única y genial💯
ResponderEliminarEcxelente 👏🏼
ResponderEliminarMe encanta, talvez deba tener parte 2!
ResponderEliminarUn relato impactante y lleno de tensión.. me encantó 🫠
ResponderEliminarBuen relato, me gustó
ResponderEliminarMuy buen trabajo, un relato encarretador.
ResponderEliminarFelicitaciones por ese buen relato 👏🏼.
ResponderEliminarLa historia representa el momento en el que los instintos son respaldados por un suceso repentino y desgarrador, muy interesante👏👏
ResponderEliminarTremendo relato. Muy buen cuento, muy de la historia de nuestro país.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe encanta el artículo, no solo por lo diferente del tema, sino también porque con pocas palabras nos sitúa en un contexto, en nuestra sociedad.
ResponderEliminarUn relato corto y pesado. Aunque se repita una infinidad de veces, el desengaño no se desliga del desasosiego.
ResponderEliminarUn muy buen relato que a pesar de ser corto llena al lector de incertidumbre y hace que se enganche a la lectura. Felicitaciones.
ResponderEliminar