sábado, 1 de junio de 2024

Desengaño de Luisa Fernanda Cruz Morales

Sentado en el café de la esquina, como todas las tardes, decidió que ordenaría lo de siempre: un café cerrero. Mientras esperaba su orden, por la ventana, observó a su hermano correr. Este le dirigió una mirada, sin embargo, estaba llena de melancolía y terror, más con ojos que aún al posarse sobre él parecían extraviados. Cuando pasó, no pudo estar seguro sí había sido visto por el hombre; no le prestó mayor atención y siguió allí, expectante. Pocos segundos después, 20 o 30, no lo sabía con certeza, pasó otro sujeto corriendo, apuntando un arma hacia el frente. Vestía un poncho blanco, sombrero pueblerino, como el que acostumbran usar  los hombres en día de mercado, y un pasamontañas que para nada quedaba a juego con el traje. Igual que el anterior, también volteo a mirar hacia el interior del café, escrutando rápidamente los presentes hasta hallar la mirada de aquel comensal, quien creyó ver en esos ojos, aparentemente conocidos pero sin dueño alguno, furia y locura al unísono.

Se llenó de turbación, sin siquiera darse cuenta que ya le habían servido; fue incapaz de probar sorbo, tan solo pagó. En lo que salía recordó un detalle, el balazo nunca sonó. ¿Se habría imaginado la escena? Imposible, la calle misma se había silenciado cuando ambos hombres pasaron.

No pensó más en el asunto, tan solo se dirigió a su casa, a unas cuadras del establecimiento. Al llegar allí quedó pasmado, su hermano estaba tirado frente a la puerta, muerto, con un hilo de sangre corriéndole por la cabeza. Se tiró junto a él, gritó desconsolado mientras clamaba por ayudaba, pero nadie había allí, el barrio estaba desolado, todos habían marchado hacia las ferias en el vecino pueblo.

Maldijo a todos mientras se retorcía por el dolor en su alma. Le habían quitado el único hermano que le quedaba. Gritó de impotencia y esperó a la noche junto al cadáver.

Llegado el ocaso pasó una patrulla que se percató de la mortuoria escena, realizando el procedimiento necesario para esos casos. Tras largas horas de amargo sufrimiento y ya todo terminado, entró a la casa, donde con gran estupor y sorpresa encontró a su padrastro sentado frente al televisor. No lo pudo creer, aquel vil e indolente hombre no había salido a revisar nada, a pesar de los estruendosos lamentos que él había proferido, a pesar de la bala que muy seguramente debió oírse allí dentro y a pesar de la sirena que en ningún momento había callado.

Todo encajó, él sería el siguiente y sin menor remordimiento se lo avisaban. El ropaje que había visto, ahora manchado de sangre, estaba tirado en el suelo. Había vivido con el asesino de su familia todo ese tiempo. Las piezas encajaron al fin; ni la guerrilla ni los paramilitares, fue enteramente ese hombre quién uno a uno, con sevicia y ambición, dio de baja a sus hermanos y, probablemente, a su madre. No lo pensó más, tampoco espero las honras fúnebres, simplemente escapó, tal vez con cobardía, más con un irrefrenable deseo de vivir y hallar venganza póstuma.  


18 comentarios:

  1. Simplemente increíble 👏🏼👏🏼

    ResponderEliminar
  2. buena historia y buen final, me gusta ♥

    ResponderEliminar
  3. Me encanto, no solo la trama, sino también la ambientación, la buena estructuración de las palabras, el final, una historia muy interesante, única y genial💯

    ResponderEliminar
  4. Me encanta, talvez deba tener parte 2!

    ResponderEliminar
  5. Un relato impactante y lleno de tensión.. me encantó 🫠

    ResponderEliminar
  6. Muy buen trabajo, un relato encarretador.

    ResponderEliminar
  7. Felicitaciones por ese buen relato 👏🏼.

    ResponderEliminar
  8. La historia representa el momento en el que los instintos son respaldados por un suceso repentino y desgarrador, muy interesante👏👏

    ResponderEliminar
  9. Tremendo relato. Muy buen cuento, muy de la historia de nuestro país.

    ResponderEliminar
  10. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  11. Me encanta el artículo, no solo por lo diferente del tema, sino también porque con pocas palabras nos sitúa en un contexto, en nuestra sociedad.

    ResponderEliminar
  12. Un relato corto y pesado. Aunque se repita una infinidad de veces, el desengaño no se desliga del desasosiego.

    ResponderEliminar
  13. Un muy buen relato que a pesar de ser corto llena al lector de incertidumbre y hace que se enganche a la lectura. Felicitaciones.

    ResponderEliminar