sábado, 1 de junio de 2024

Compañía de José David Jaramillo Rojas

He llevado días melancólico, todo luego de un rompimiento, luchas internas entre la razón y el sentimiento. Estaba como siempre lleno de melancolía durante el día, por lo cual entrada la tarde me dispuse a ir a un lugar a ver si allá despejaba un poco la mente y encontraba algo de compañía. De camino, abstraído, me pareció ver la figura de ella en la lejanía, la de la dueña de mi melancolía; mi corazón se detuvo por un instante, mi mirada y pensamiento tampoco pudieron de ello librarse, paso todo por mi mente, sentí pánico y amor, luego nada más percibí que todo era una ilusión, todo era obra del fantasma que atormenta mi mente por placer, que aquella visión era falsa e inexistente, como el lazo que unía nuestras vidas alguna vez, que realmente estaba solo y aquella era otra, y que lo que yo anhelaba tontamente era su compañía y no este sentimiento de derrota. Luego ante tal golpe de imaginación mediado por la pérdida de cordura y lucidez, me puse a pensar que será lo que dice aquel fantasma de mí:

«Al verlo andando por el prado, con aquella mirada que denotaba su melancolía, viendo como lloraba mientras aun no percibía mi presencia en la lejanía, vi perfecta la ocasión para mi silueta mostrarle, darle datos y recuerdos que le incrementen su sentir, con lo cual realicé mi acto y ante sus ojos perdidos me descubrí. Su mirada se fue a blanco y se notó su confusión, lo vi dudar si realmente lo que veía era yo, así que le mostré más allá de mi ser; mi presencia de falsedad y mi aura fantasmal, ya que su tormento es mi placer, y yo no soy más que obra de su mente, no soy real, aun así, me da por propio y con aquel sufrimiento he de disfrutar».

Me pareció que se burlaba con dichas declaraciones, que su maldad era realmente grande y que yo no tenía forma de luchar contra aquellas situaciones. Proseguí con el día, sin darle muchas vueltas al asunto todo continuo sin esperar. Recibí una llamada sobre ir a un lugar. Respondí que iría a cierta hora, pero entre todo preferí mi viaje adelantar. Al salir de aquel recinto sin mucho caminar, tal vez con medida casualidad, una figura nuevamente se me apareció, esta vez a menos de 3 metros y con imprevista realidad; era ella, solo que realmente su persona y no la que me hacia mi mente en ocasiones observar. Ahora, ante tal situación, hasta mi fantasma tuvo impresión, lo cual me fue de perlas ya que no tuvo tiempo de espantarme o tomarme desprevenido, fue todo fulminante, aquel ser murió de infarto mientras yo estaba gratamente complacido de tenerla frente a mi luego de semanas sin su verdadera imagen percibir. Nos saludamos y caminamos. Le exprese a ella estas palabras, tanto mi perspectiva como la del ser fantasmal. Ella no dijo mucho. Nos despedimos, nos abrazamos como si nunca más nos volviéramos a ver, dijo que me cuidara y con ello no pude más que descubrir la perdida de mi ser, hubo auras de una presencia que me molestaría sin razón, ante la partida de ella el fantasma revivió.


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